julio 31, 2007

bergman. El Séptimo sello*

Cuando me enteré de la muerte de bergman, se me vino a la cabeza esta escena.

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BERGMAN, Ingmar, Det Sjunde Inseglet (El séptimo sello), Suecia, 1956.

julio 26, 2007

Peter Zumthor, arquitecto

Al leer nacen imágenes interiores. El sentido que se trata de fundar en el material reside más allá de las reglas de composición, e incluso de la tangibilidad, el olor y la expresión acústica de los materiales, todos ellos elementos del lenguaje en el que nosotros mismos tenemos que hablar. El sentido surge cuando se logra sucitar en el propio objeto arquitectónico, significados de determinados materiales constructivos que unicamente son perceptibles en este objeto de esta manera. La construcción es el arte de configurar un todo con sentido a partir de muchas particularidades. Leer es precioso y si se dialoga y escribe sobre arquitectura tendría que leerse, al igual que Goethe o Dublín. El espacio mismo es un vacío, viene condicionado por aquello que lo crea o por lo que lo rodea. Los arquitectos determinamos su entorno, su forma, y lo percibimos con los sentidos. Incluso cuando se piensa en abstracto se piensa en imágenes. No aspiro a saber que significa el espacio. Cuanto más reflexiono acerca de su escencia, tanto más misterioso me parece. Sin embargo hay una cosa que sé de cierto: como arquitectos, nos ocupamos del espacio, unicamente tratamos con una pequeña parte de esa infinitud que rodea la tierra. Pero cada edificio señala esa infinitud. Soy lo que hago y experimento.


julio 19, 2007

El Viaje Negro

Corríamos por la carretera y mi viejo Cadillac rugía como una verdadera fiera y el viento rompía en el parabrisas como si fueran a desfallecernos de un disparo los latidos de nuestros aturdidos corazones. Rose no me quería mirar, miraba la carretera, los letreros, las luminarias, genuine taste, smooth character: don`t forget your camel cigarettes. Me agarró la mano y me dijo que me amaba, me amaba mucho más que ayer, y entonces yo le dije que yo también, oh Rose, yo también te amo más que a nada en el mundo. No podría vivir sin ti, me susurró al oído de pronto, y me quiso dar un beso, un beso como solo ella sabe darlos, pero no Rose, don´t be silly. Mejor ten. Pon esta cinta. Prendió su cigarro y miró por la ventanilla, y no lloró, y no por que no pudo, sino por que no quiso y también por que el viento era demasiado fuerte, y llorar no haría más que arruinar su maquillaje y entonces la cinta comenzó a sonar por los viejos parlantes, y mientras sonaba trataba de recordar si alguna ves había bebido tanto como bebí esa noche. Creo que si, creo que fue una vez, creo que fue cuando era más joven, tal vez en Oklahoma en casa de mis padres, o tal vez en Iowa cuando ya era universitario. La verdad es que no acostumbro a emborracharme con whisky, quizás solo con gin y a veces con cerveza y otras veces -que son las menos- solo con vino californiano, y no por que no me guste el whisky, sino por que es demasiado fuerte, y da lo mismo ser un hombre fuerte, -y yo si que soy un hombre fuerte-, ese no es el tema, el tema con el whisky es que no todos los hombres fuertes toleran -toleramos- el gusto que se te pega en el paladar – que se te pega durante largo rato- y que luego te es imposible de sacar. Y por qué estás tan pensativo, oh Tony, What it`s wrong?, y nada mi amor, nada, puras tonteras, es la canción, le mentí por enésima vez en la tarde, y de quién es la canción me preguntó, y sinceramente no le supe responder, era de algún viejo cantante que no recordaba. Tal vez era Sam Cooke, o quizás no era Sam Cooke, sino que era Jackie Wilson. A esa altura de la noche quién podría recordar.



Cuando puse cuarta ya íbamos saliendo de New Orleans, dejando atrás a todos los coches que en algún momento vimos delante nuestro, tapándonos el horizonte oscuro que teníamos al final del camino, I love this shit I used to said when I was younger, y mi Cadillac iba rápido, tan rápido que ya casi no recuerdo el paisaje, como tampoco recuerdo -o tal vez no quiero recordar- aquellas noches inagotables, perversas, y hasta innombrables, que terminaron en alguna pieza del quinto piso del St. Marie Hotel. Oh Tony, I still remember this song, esta canción es para ti, le dije, con la vista puesta en el Corvette que habría de sobrepasar segundos después, y no pasó más que media hora cuando ya pude detener mi Cadillac a la orilla de la carretera, allí en la cuesta de un monte cuyo nombre no recuerdo, y que solo tengo de él, la imagen, la postal, las nubes anaranjadas en el fondo más remoto. Todo grabado en mi memoria, y ella, sentada en el capó de mi viejo Cadillac, mirando esas mismas nubes anaranjadas en el mismo fondo remoto que yo vi, y entonces se levanta, da pasos tímidos al borde del acantilado, y dice algo sobre la vida o sobre lo difícil que es vivir esta vida, lo cierto es que no le entendí muy bien, y entonces prefiero quedarme en silencio, y esperar a que me diga algo, algo de eso que me iba a hablar, y ella no dice nada, y en el fondo sé qué es lo que me va a decir, pero finjo no saber nada, ni siquiera por que ella luce de esa manera: lúgubre, triste, tenuemente sollozante.



Ahora, ya muerta y enterrada, no me queda más que recordar con no poca amargura, los segundos previos al final, cuando me confesó entre lágrimas lo que de alguna u otra forma no quería oír, y lo siento mi amor, es demasiado para mí, lo sé, también para mí es una locura, I couldn`t stand with this so much time, y te entiendo, en serio, más de lo que crees, oh por dios Tony, eres tan bueno conmigo, oh Rose, sí que lo soy, y te tengo que decir algo Rose, y dime lo que quieras amor mío, me voy, que te vas, me voy y no podrás ir conmigo, pero a dónde es que te vas, y eso ahora no importa, y como que no importa, y da lo mismo Rose, le dije o le grité, ya no recuerdo, y quizás le grité, por que luego vi su rostro y vi como desfallecía, y pensé que ese rostro no podía responder sino que al grito furioso que tuve que haber lanzado segundos antes, y después pensé que ese rostro, ese que desfallecía a mi frente, desfallecía de incertidumbre, de perpleja nostalgia, pero también de tristeza, una tristeza que yo no correspondía, y que justo en ese momento esperaba no sentir, y que finalmente no sentí, incluso mirándola a los ojos, incluso diciéndole que lo sentía hasta más que ella, incluso llorando como lloré, y sintiéndome, quizás en lo más profundo de mi, como un hipócrita como no había visto en años.

Apreté el gatillo, cerré la cajuela de mi viejo cadillac y me dispuse a la búsqueda de un lugar al que el sol no pudiera llegar.

julio 14, 2007

infest

nótese mi bicicleta atrasito

julio 02, 2007

subiela/ benedetti. No te salves*

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SUBIELA, Eliseo, El Lado Oscuro del corazón, Argentina, 127 min, 1992