En un programa de tele, se discutía sobre urbanismo. El panel de conversación, compuesto por Sebastián Piñera, Cristián Boza, y Gonzalo Mardones, -los dos últimos, arquitectos fetiches de fundación futuro-, no dejaba de ser interesante. Hablaban de fútbol, de instalaciones deportivas, y de la insuficiente infraestructura actual. Todo esto a propósito del proyecto de remodelación del Estadio Nacional hecha por el mismo Mardones y patrocinada por la fundación futuro. El proyecto, según contaban, elimina la delincuencia, genera puestos de trabajo y educa al lumpen adolescente. Toda una maravilla.
Pero, cosa rara.
No hay concurso abierto de proyectos, ni licitación, ni instancia previa que pudiera transparentar una desición que, al parecer, ya esta tomada. Para el candidato las cosas parecieran estar tan claras que no hay necesidad de discutir. Para qué llamar a licitación si ya sabemos quienes son los mejores. La torta ya está repartida. Piñera, con su eterna sonrisa pegada al rostro, dice que las cosas simplemente hay que hacerlas. Todos en el panel parecen de acuerdo. Si Piñera resulta presidente, el estadio de Mardones va.
El candidato -sólido, entusiasta, fuerte- dice que a los delincuentes hay que desterrarlos de la ciudad, ya que el 70% de la población -la inmensa mayoría de chilenos- es hincha del fútbol.
Mardones bromea y dice que el fútbol es incluso más popular que Piñera.
Piñera entonces se tiene que reír, y prefiere cambiar el tema.
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Hace 3 años.