T.- La situación fue la siguiente:
Yo andaba en la bicicleta. Seis y media, siete de la tarde, ponte tú. Iba por teatinos, casi llegando a Santo domingo. Entonces vi el auto. Era un Opala azul marino, con los vidrios que relucían del brillo de las luces de la tarde, de los semáforos, de los locales que aún estaban abiertos. Se notaba muy bien cuidado, se notaba que de cierta forma, aquel que lo manejaba lo debía considerar una parte importante de su vida. Entonces por su lado pasó un taxi. Debió ser un Toyota, o un Nissan V16. Pasó rajado y super cerca, tanto que le dejó una marca, un abollón en la parte lateral del auto. Acto seguido, el Opala aceleró, sin importarle el taco de esa hora, o la luz pintada en el semáforo, y paró bloqueando el paso del taxi, justo en medio del cruce. Ahí, en teatinos con santo domingo. Fue todo rápido, violento quizás, pero a pesar de la agitación pude sacar una foto. Esta foto:
Todos los que estábamos ahí nos quedamos pegados mirando la escena. Del Opala azul marino se bajó el que supongo era su dueño. Un tipo alto, flaco, joven, pelado, y de espalda ancha. Me acordé de Edward Norton en América X. Caminó con desición, y encaró al dueño del taxi a través de la ventanilla del auto, le abrió la puerta, y lo bajo hasta tenerlo de frente. El dueño del taxi era chico, y gordo, y moreno. Y no decía nada. Solo escuchaba las amenazas que recibía. Entonces pensé que le iba a pegar. Pensé que lo agarraría del cuello y lo azotaría contra la ventana, o contra el capó del taxi, o sacaría un arma de su chaqueta de cuero, y ahí, frente nosotros, los mirones de siempre, lo mataría. Pero no. Entonces el tipo que se parecía a Edward Norton en América X se subió a su Opala, se reacomodó en su asiento, se dispuso en la calle, y partió por Santo domingo rumbo al poniente. El auto aceleró y hubo un silencio.
Yo me quedé un rato mirando como todo se normalizaba. Entonces pensé que aquello que había visto, era exactamente lo que había estado esperando ver hace mucho tiempo.
C.- Ya, bacán.