diciembre 02, 2007

Loos

Ante el advenimiento de la falocracia y la sobreproducción de la técnica, una frase de Adolf Loos es ideal.
Apropósito de los tatuajes, el austriaco era radical. Una persona tatuada o es un presidirario o es un enfermo mental, decía.
Debe ser ésta una de las respuestas más duras y doctrinarias escuchada jamás. Una respuesta al artificio y al ornamento, que a su vez justifica -hoy más que nunca- la necesidad de lo esencial. De lo mínimo.

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