julio 20, 2009

18. EL HÍGADO QUE AÚN CONSERVO

DESTRUIDO Y HUMILLADO, EL RICHI TIENE GANAS DE LLORAR.

EL RICHI
Alguna vez me propuse que cada noche triste iba a matar uno de los fantasmas que me persiguen, y eres tú, el más importante de los putos fantasmas que me ronda esta noche triste, eres tú la que me mueve el piso, la que me deja tonto, la que me tira de pronto a un enorme barranco.
Y me caigo. Y me siento destruido.
Y me siento con el agua hasta el cuello, y me muero por que me ahogo, por que no soy capaz de retener la mierda que me inunda, la mierda que se me rebalsa hasta el cuello, y que no me deja caminar, y que de a poco me intoxica.
Voy a tomar hasta hacerme pedazos, me dije entonces. Voy a tomar hasta verte a mi lado.
Hasta quedar inconsciente.
Justo en el preciso momento cuando se mueren las ideas, y mato mis neuronas, y contamino un poco más mis pulmones, y mi corazón corre, y mis venas arrastradas, y el hígado rancio que aún conservo me grita socorro, auxilio, sáquenme de aquí, sálvenme de una muerte segura, de mi horrible derrota prematura, y voy sintiendo que la única forma de salvarme, si es que aún me puedo salvar, la única manera de escapar del pantano vomitivo que me rodea, es que cambies de opinión, es que me digas algo bonito, para así no matar la esperanza que agoniza conmigo.
Pero tu ya no me hablas, ya no me miras, por que te doy asco, por que te parezco demasiado patético, por que me encuentras miserable, por que soy muy pendejo, por que poca cosa, por que me crees alcohólico, por que lloro por ti, y a veces, también por que lloro por mi.
Pero lo que no sabes, lo que nunca te he dicho, lo que no me atrevo a contarte, es que me rompes el corazón en mil pedazos cada vez que te veo agarrada de la muerte, y aunque no te lo diga, aunque me muera de vergüenza en aceptarlo, es que te quiero más de lo que podría aceptar.
Y cuando te veo derrotada, me resulta imposible no morirme y no romper una botella, y no gritarle a todos que no me miren, que son unos hijos de puta, que se deberían morir, y no caerme al piso, y tampoco ponerme a llorar, y mucho menos balbucear que te amo y que no puedo vivir sin ti, para que luego me digas y no me digas que fui el espectáculo terrible de la noche del que todos se rieron, y al que todos van a recordar como el peor de los putos zombies decadentes.

No hay comentarios.: