Molesta ver cómo se monta un texto de tan mal forma. Cuestionable, no tan solo en términos actorales, sino visuales, y más aún políticos. Tan solo el fin del mundo, es quizás la primera vez que se levanta en chile un montaje del francés Jean Luc Lagarce, uno de los dramaturgos más montados de la última década en Francia, y se hace desde una tergiversación horrible -un pajero adoctrinamiento neo-conservador- y la más solapada homofobia.
La sutil pero aún reveladora deconstrucción que realiza Lagarce del texto y la narración transforma su escritura en un bello ejercicio desarticulador del lenguaje, en donde las capas narrativas, temporales, y signicas son puestas en evidencia, desde un lenguaje sencillo y cotidiano.
La sutil pero aún reveladora deconstrucción que realiza Lagarce del texto y la narración transforma su escritura en un bello ejercicio desarticulador del lenguaje, en donde las capas narrativas, temporales, y signicas son puestas en evidencia, desde un lenguaje sencillo y cotidiano.
Pero pareciera que nada de eso importa. Se monta un texto que no tiene más de una década, como si fuera un añejo texto de realismo psicológico, formal hasta decir basta, un mamarracho lleno de primeras lecturas, supeditada a la sonoridad del texto, por cierto, pero con actuaciones más que discretas que reafirman que el trabajo no profundiza en aquella discurividad disruptora propuesta por el autor.
Puta la obra culiá fome, que rabia. Y más encima, el montaje era un FONDART millonario.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario